CVC. «Don Quijote de la Mancha». Primera parte. Capítulo XXIII (1 de 4). (2024)

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Viéndose tan malparado don Quijote, dijo a su escudero:

—Siempre, Sancho, lo he oído decir, que el hacer bien a villanos es echar agua en la mar2. Si yo hubiera creído lo que me dijiste, yo hubiera escusado esta pesadumbre; pero ya está hecho: paciencia, y escarmentar para desde aquí adelante3.

—Así escarmentará vuestra merced —respondió Sancho— como yo soy turco; pero, pues dice que si me hubiera creído se hubiera escusado este daño, créame ahora y escusará otro mayor, porque le hago saber que con la Santa Hermandad no hay usar de caballerías4, que no se le da a ella por cuantos caballeros andantes hay dos maravedís, y sepa que ya me parece que sus saetas me zumban por los oídos5.

—Naturalmente eres cobarde6, Sancho —dijo don Quijote—, pero, porque no digas que soy contumaz y que jamás hago lo que me aconsejas, por esta vez quiero tomar tu consejo7 y apartarme de la furia que tanto temes, mas ha de ser con una condición: que jamás en vida ni en muerte has de decir a nadie que yo me retiré y aparté deste peligro de miedo sino por complacer a tus ruegos; que si otra cosa dijeres mentirás en ello, y desde ahora para entonces y desde entonces para ahora8 te desmiento y digo que mientes y mentirás todas las veces que lo pensares o lo dijeres9. Y no me repliques más, que en solo pensar que me aparto y retiro de algún peligro, especialmente deste que parece que lleva algún es no es de sombra de miedo10, estoy ya para quedarme y para aguardar aquí, solo, no solamente a la Santa Hermandad que dices y temes, sino a los hermanos de los doce tribus de Israel y a los siete MacabeosII y a Cástor y a Pólux11, y aun a todos los hermanos y hermandades que hay en el mundo.

—Señor —respondió Sancho—, que el retirarIII no es huir12, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepuja a la esperanza, y de sabios es guardarse hoy para mañana y no aventurarse todo en un día. Y sepa que, aunque zafio y villano, todavía se me alcanza algo desto que llaman buen gobierno13; así que no se arrepienta de haber tomado mi consejo, sino suba en Rocinante, si puede, o si no yo le ayudaré, y sígame; que el caletre me dice14 que hemos menester ahora más los pies que las manos15.

Subió don Quijote sin replicarle más palabra, y guiando Sancho sobre su asno, se entraron por una parte de Sierra Morena que allí junto estaba, llevando Sancho intención de atravesarla toda e ir a salir al Viso o a AlmodóvarIV del Campo16 y esconderse algunos días por aquellas asperezas, por no ser hallados si la Hermandad los buscase. Animóle a esto haber visto que de la refriega de los galeotes se había escapado libre la despensa que sobre su asno venía17, cosa que la juzgó a milagro, según fue lo que llevaron y buscaron los galeotes.

Así como don Quijote18 entróV por aquellas montañas, se le alegró el corazón, pareciéndole aquellos lugares acomodados para las aventuras que buscaba. Reducíansele a la memoria19 los maravillosos acaecimientos que en semejantes soledades y asperezas habían sucedido a caballeros andantes20. Iba pensando en estas cosas, tan embebecido y trasportado en ellas, que de ninguna otra se acordaba. Ni Sancho llevaba otro cuidado, después que le pareció que caminaba por parte segura, sino de satisfacer su estómago con los relieves que del despojo clerical habían quedado21, y, así, iba tras su amo, sentado a la mujeriega sobre su jumento22, sacando de un costalVI y embaulando en su panza; y no se le diera por hallar otra aventuraVII, entre tanto que iba de aquella manera, un ardite23.

En esto, alzó los ojos y vioVIII que su amo estaba parado, procurando con la punta del lanzón alzar no sé qué bulto que estaba caído en el suelo, por lo cual se dio priesa a llegar a ayudarleIX si fuese menester, y cuando llegó fue a tiempo que alzaba con la punta del lanzón un cojín y una maleta asida a él24, medio podridos, o podridos del todo, y deshechos; mas pesaba tanto, que fue necesario que Sancho se apease a tomarlosX, y mandóle su amo que viese lo que en la maleta venía.

Hízolo con mucha presteza Sancho, y, aunque la maleta venía cerrada con una cadena y su candado, por lo roto y podrido della vio lo que en ella había, que eran cuatro camisas de delgada holanda25 y otras cosas de lienzo no menos curiosas que limpias26, y en un pañizuelo halló un buen montoncillo de escudos de oro27; y así como los vio dijo:

—¡Bendito sea todo el cielo, que nos ha deparado una aventura que sea de provecho!

Y, buscando más, halló un librillo de memoria ricamente guarnecido28. Este le pidió don Quijote, y mandóle que guardase el dinero y lo tomase para él. Besóle las manos Sancho por la merced y, desvalijando a la valija de su lencería29, la puso en el costal de la despensa. Todo lo cual visto por don Quijote, dijo:

—Paréceme, Sancho, y no es posible que sea otra cosa, que algún caminante descaminado debió de pasar por esta sierra, y, salteándole malandrines, le debieron de matar y le trujeron a enterrar en esta tan escondida parte.

—No puede ser eso —respondió Sancho—, porque si fueran ladrones no se dejaran aquí este dinero.

—Verdad dices —dijo don Quijote—, y, así, no adivino ni doy en lo que esto pueda ser; mas espérate, veremos si en este librillo de memoria hay alguna cosa escrita por donde podamos rastrear y venir en conocimiento de lo que deseamos.

Notas:

  • (1) Cordillera que sirve de límite entre la ManchaLa España del «Quijote», (detalle) y Andalucía. El cambio de paisaje y la situación fronteriza marca una delimitación en el carácter de la narración en lo que se refiere a personajes y aventuras. volver
  • (2) ‘dar a quien le sobra’ o ‘hacer algo inútil’; es refrán conocido. El octosílabo anterior, unido al refrán, hace pensar en su utilización en un romance o, acaso, en una escena de comedia. º volver
  • (3) paciencia, y escarmentar modifica la frase hecha, todavía usada, «paciencia, y barajar» (II, 23, 822, y 24, 830). º volver
  • (4) ‘no sirve para nada usar de caballerías’. º volver
  • (5) La Santa Hermandad tenía potestad condenatoria para los delitos graves; la pena de muerte se ejecutaba por asaeteamiento. º volver
  • (6) ‘Eres cobarde por naturaleza’, por pertenecer a la clase de los villanos. º volver
  • (7) El cambio en la conducta de DQ anuncia una tendencia al desengaño y a la sensatez que se hará más perceptible en la Segunda parte de la obra. º volver
  • (8) Fórmula escribanil que aparece en los documentos públicos en que alguien otorga un poder o adquiere una obligación durante un tiempo. º volver
  • (9) Esta fórmula de mentís es propia de las cartas de desafío, tanto en las de los libros de caballerías como en las reales. º volver
  • (10) algún es no es: ‘un sí es no es, un asomo’. º volver
  • (11) La mención de la Santa Hermandad arrastra, por asociación, recuerdos de hermanos famosos: los hermanos de los doce tribus de Israel son los doce hijos de Jacob, que les dieron nombre (Génesis, XLIX) –tribu era entonces masculino–; los Macabeos aparecen en los libros con su nombre en la Biblia Vulgata; Cástor y Pólux, gemelos hijos de Leda, conocidos como los Dioscuros, se transformaron en la constelación de Géminis. volver
  • (12) retirar: ‘volver atrás con buen orden’; el juego semántico era proverbial. º volver
  • (13) ‘buen juicio’. volver
  • (14) caletre: ‘entendimiento’. volver
  • (15) ‘nos es más útil escapar que obrar’. º volver
  • (16) El Viso del Marqués y Almodóvar del Campo de CalatravaLas comarcas manchegas (Mancha, Campo de Montiel y Campo de Calatrava), según las «Relaciones topográficas», en la ManchaLa España del «Quijote», (detalle) de Castilla, hoy provincia de Ciudad Real. volver
  • (17) despensa: ‘provisión de comestibles’. º volver
  • (18) La segunda edición de Juan de la Cuesta, publicada unos meses después de la príncipe, sustituye las cuatro palabras anteriores por unas cincuenta líneas en que se cuenta cómo Ginés de Pasamonte robó el asno de Sancho (el texto puede leerse en el Apéndice, al final del volumen). La interpolación es demostrablemente cervantina, pero también es seguro que no se insertó en el lugar oportuno, porque todavía en I, 25, 270, aparece Sancho «con su jumento», y sólo al final de ese mismo capítulo, 280, se menciona en la edición príncipe «la falta del rucio». Una interpolación posterior, situada en I, 30, 355 (véase ahí la n. 68), refiere en qué modo recobró Sancho el asno, el cual, sin embargo, no vuelve a figurar en la narración hasta I, 42, 499 (véase también I, 46, 531, n. 12). En la edición príncipe, por tanto, se alude a la pérdida del asno y se presenta a Sancho sin él entre las páginas 280 (I, 25) y 339 (I, 29), pero no se relata cuándo ni cómo desapareció el rucio, y después, desde la página 499 (I, 42), el escudero vuelve a andar sobre el jumento sin que se haya narrado en qué modo y momento lo recobró. En la segunda edición, por otro lado, la desaparición del asno ocurre antes de que Sancho la haya sufrido efectivamente. La explicación de esas anomalías probablemente está en que C. nunca llegó a someter el Q. a una revisión detenida que concordara por completo las abundantes modificaciones que introdujo tanto mientras escribía la novela como a última hora, al entregarla a la imprenta, cambiando de sitio algunos capítulos, intercalando nuevos materiales y omitiendo otros. En algún momento de ese proceso, debió de optar por suprimir el robo del asno, sin llegar luego a eliminar enteramente las referencias al episodio. Al publicarse la novela y observarse la incongruencia (que Lope de Vega, entre otros, comentó burlonamente), el propio C. escribió un par de pasajes que dieran cuenta de la desaparición y reaparición del pollino, para zurcirlos él mismo, apresuradamente, en un ejemplar de la príncipe (menos plausible es que encargara a Juan de la Cuesta, el impresor, o a Francisco de Robles, el librero que actuaba como editor, que los añadiera en el contexto adecuado; y todavía menos probable resulta que uno de los dos conservara el autógrafo de la obra y buscara en él los trozos de la versión primitiva que, con algunos retoques suyos, y no de C., mejor pudieran servir para remediar el descuido). En cualquier caso, es cierto que quien hiciera los remiendos, fuera el propio C., como todo indica, o fuera otro, interpoló el fragmento relativo al robo antes del lugar en que hubiera cumplido correctamente su función (verosímilmente a la altura de I, 25, 278; véase ahí la n. 53). La tercera impresión (1608) de Juan de la Cuesta (como por su parte la edición de Bruselas, 1607) contiene asimismo otras pequeñas alteraciones, no necesariamente ajenas al autor, que pretenden anular las inconsecuencias provocadas por todos esos cambios, pero se le escapa más de un pasaje que hubiera necesitado revisión. En la Segunda parte, a su vez, C. recrea y explica en términos jocosos «quién fue el ladrón que hurtó el rucio a Sancho» (II, 3, 655) y achaca vagamente las anomalías al «descuido del impresor» (II, 4, 657, n. 9; II, 27, 855).V, º volver
  • (19) ‘le volvían a la memoria’ (I, 30, 347). volver
  • (20) soledades y asperezas se puede tomar en el doble sentido de ‘lugar quebrado sin poblaciones’ o ‘aislamiento y vida con sacrificios’. º volver
  • (21) ‘las sobras de la comida que quedaban en las fiambreras que habían sido botín tomado a los frailes en la aventura de los encamisados’. Véase I, 19, 204. volver
  • (22) Las mujeres montaban con las dos piernas para un mismo lado.VI, º volver
  • (23) no se le diera un ardite: ‘no le hubiera importado nada’; el ardite fue una moneda de escaso valor (I, 17, 186, n. 61). volver
  • (24) cojín: ‘almohadaObjetos de la vida diaria de cuero acolchado que se colocaba encima de la sillaArreos de montura y útiles de viaje de montar de viaje’; podía llevar bolsillos y argollas de donde colgar –como en este caso– la maleta ‘bolsa de cuero cerrada con cadena y candado’. º volver
  • (25) ‘lienzo muy fino de lino’. volver
  • (26) curiosas: ‘primorosas, hechas con esmero’. volver
  • (27) El escudo era una moneda de oro; si no se especificaba valor especial, equivalía a medio doblón (II, 45, 994, n. 26). º volver
  • (28) ‘cuaderno pequeño para apuntes, que se podía guardar o guarnecer con una encuadernación o llevar protegido en una caja especial’ (II, 33, 904). º volver
  • (29) ‘conjunto de ropas y paños de tela fina’. volver

Notas críticas:

  • (I) 248.9cuenta A (Tabla) cuentan edd. [Por duro que se haga introducir lo que al hablante moderno le suena a incorrección, la lectura de A, a la luz del uso cervantino, debe considerarse facilior: cf. 17.13 Véase la nota crítica XXXI ubicada en el Prólogo. volver
  • (II) 249.10Macabeos edd. mancebos B C volver
  • (III) 249.13retirar edd. retirarse BR volver
  • (IV) 249.24o a Almodóvar edd. o Almodóvar BR volver
  • (V) 250.3-251. 2-4los galeotes. Así como don Quijote entró A+ los galeotes. Aquella noche llegaron [...] el cual, como entró B+ [La interpolación se edita en el Apéndice, y no en el texto (según hicieron HZ y JA, colocándola en I, 25, 278, lín. 10, y según en principio cabría hacer cuando, como aquí, se defiende su autenticidad), no tanto ante la duda sobre el lugar en que insertarla (que según nuestro planteamiento debiera ser donde de hecho figura en B, verosímilmente por un nuevo descuido del propio C.) cuanto por entender que el novelista la desautorizó en II, 3-4 (cf. en cambio, y por ejemplo, arriba, 160.3 Véase la nota crítica II ubicada en el capítulo 15). Otras variantes en relación con el robo del asno: 251.8, 11, 13 y 16; 255.27, 256.20-21, 270.31-32, 271.12, 273.12. Cf. n. 18. volver
  • (VI) 251.8sentado a la mujeriega sobre su jumento sacando de un costal edd. sacando de cuando en cuando de un costal que Rocinante llevaba sobre sí por falta del asno BR cargado con todo aquello que había de llevar el rucio, sacando de un costal C volver
  • (VII) 251.9-10aventura B+ ventura A+ [Cf. «aventuras que buscaba» (I, 23, 251.1) y «una aventura que sea de provecho» (252.1-2). La génesis de la errata es obvia y no hay por qué buscar, con VG, un juego de palabras con ventura como en I, 16, 169 o II, 4, 657. volver
  • (VIII) 251.11alzó los ojos y vio edd. por ver BR volver
  • (IX) 251.13por lo cual se dio priesa a llegar a ayudarle edd. pasó de aquel lado para ayudarle BR volver
  • (X) 251.16-17Sancho se apease a tomarlos edd. Sancho los alzase BR volver

Notas complementarias:

  • (1) 248.2—Correas, Vocabulario, p. 635b; Horozco, Teatro, núm. 865. volver
  • (2) 248.3paciencia y escarmentar: Posible interpretación senequista en Montolíu [1947:233-235]. volver
  • (3) 248.4—RM. volver
  • (4) 248.5—CL, RM. volver
  • (5) 248.6—Molho [1976:253, 286-287; 1983:443-444], Joly [1992]. volver
  • (6) 248.7—Mancing [1982], Riley [1986/90:73], Urbina [1991:107-109]. volver
  • (7) 249.8—RM. volver
  • (8) 249.9—BW, CL y CT, que aduce el Tirant: «Dich que mentiu e mentireu tantes vegades com ho direu». Orejudo [1993]. volver
  • (9) 249.10—BW, CT, RM. volver
  • (10) 249.12—Covarrubias, Tesoro: «El italiano dice al fugir llaman ritrare». Márquez Villanueva [1975:183] relaciona estas palabras de Sancho con una cita de Erasmo en los Adagia: «Vir fugiens, denuo pugnavit, i.e. Qui fugeris, rursum ille praelabitur»; o con otra de los Apothegmata: «Vir qui fugit, rursum integrabit praelium». Para C. era idea propia del tacitismo: cf. I, «Del donoso...», p. 29, vv. 5-8. volver
  • (11) 249.15—López Fanego [1977] señala cómo Sancho da la vuelta a la frase que Plutarco pone en boca de Bruto cuando va a suicidarse: «Huir, sin duda; mas no por pies, sino por manos» (Plutarco, Vidas paralelas, «Bruto», XIII). volver
  • (12) 250.17—RM. volver
  • (13) 250.18—La explicación esbozada en la nota al pie parte de la convicción de que el texto interpolado se debe sustancialmente a la pluma de C. (la demostración, punto por punto, se encontrará en Rico 1998, en prensa). Obsérvese que quien tuviera cabeza para escribir una imitación tan perfecta como resultaría ser la interpolación, de no deberse a C., mal podía situarla tan claramente fuera de su sitio como allí está; y trabajando Cuesta o Robles con un impreso como A no cabe atribuir el desarreglo a confusiones análogas a las que el autógrafo cervantino sin duda provocó en la príncipe. De hecho, en el autor, que se mueve por su obra con la relativa despreocupación de quien pisa terreno propio, y sobre todo en un autor que incurre en tantos descuidos como C., una equivocación de esa índole es más comprensible que en quien intenta remediar las faltas de un texto ajeno y procede, por tanto, con particular estudio y atención. En el mismo sentido, repárese en que el modo de engarzar el final de la interpolación con el texto primitivo («el cual, como...») es inequívocamente cervantino, y se diría inimaginable, amén de anacrónico, que un interpolador conociera tan bien la prosa de C. como para esforzarse en remedar una frase de la trivialidad de esa. Con tales consideraciones en mente, cabe descartar por entero que Cuesta o Robles recurriera al manuscrito autógrafo o insertara por su cuenta y riesgo los fragmentos cervantinos escritos ad hoc, y nuestra conclusión personal es que las interpolaciones de I, 23, 250 y I, 30, 355 fueron escritas expresamente por C. para sanar las deficiencias de la príncipe y mechadas por él mismo en el lugar donde figuran en la segunda edición de Juan de la Cuesta (ambas cosas, desde luego, con bien poca fortuna). No sería imposible, por otro lado, que al realizar tal tarea C. hojeara el texto de A, corrigiendo o revisando alguna minucia que le saltara a la vista o algún detalle que no le satisficiera (cf. así I, 26, 292, n. 12). En fin, que al intentar sanar los deslices de la princeps incurriera en nuevos yerros contribuiría a explicar las vacilaciones y las cortinas de humo que en la Segunda parte acompañan a los comentarios sobre la pérdida del asno. ¶ Entre los editores, a favor de la autenticidad, SB, RM, JA, MU, AA, RQ; en contra, CZ, VG III:218-227. Entre los trabajos monográficos recientes, defienden la interpolación como original de C. y la explican de una o de otra manera Stagg [1959], Eisenberg [1976] y Martín Morán [1990a:23-24]. Que el añadido sea de C. lo niegan Flores [1979a; 1980], Lathrop [1984], A. Sánchez [1992c] y Moner [1989a:32-33; 1993a:703-705]. ¶ Para el robo del rucio cf. Palacín Iglesias [1965a:202-211], Rodríguez Guerrero [1966:I, 308-320], Osuna [1969], Lathrop [1992a:639] y Molho [1992a:655-660]. volver
  • (14) 251.20—Cf. la discusión de los significados de la palabra soledades por críticos del XVII en Jammes [1994:59-64]. volver
  • (15) 251.22—Molho [1983:443-444] señala esta manera de ir sentado a la mujeriega como rasgo aldeano, cuando el asno va cargado. ¶ En el fragmento inserto a partir de la segunda edición se ha dicho que le han robado el asno a Sancho. volver
  • (16) 251.24—Los comentaristas han vacilado sobre el sentido del término cojín (VG). Nebrija, Vocabulario, traduce cojín de silla Arreos de montura y útiles de viaje por stragulum, ephippium. «¡Bueno es que apenas puedo tenerme en mi rucio, y sobre una albarda más blanda que la mesma seda, y querrían ahora que me tuviese en unas ancas de tabla, sin cojín ni almohadaObjetos de la vida diaria alguna!» (II, 40, 953); «Llegaron a Argales, y cuando creyó el criado que sacaba Avendaño de las bolsas del cojín [de la mula] alguna cosa con que beber, vio que sacó una carta cerrada» (La ilustre fregona, f. 161v). ¶ Para la posible teatralidad en el descubrimiento de la maleta, Close [1990a:21]. volver
  • (17) 251.27—Para el hallazgo de los escudos de oro, Batiza [1964/87:125-133], Pérez Fernández [1965:20, 239-244]. volver
  • (18) 252.28—RM. volver

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