Nos referimos a Jesucristo como nuestro Salvador. Eso es porque Él pagó el precio de nuestros pecados y venció el poder de la muerte. ¡Él nos salvó! Su sacrificio por nosotros, denominado la Expiación, es el acontecimiento más importante que jamás haya ocurrido. Gracias a Él, la muerte no es el fin. Por causa de Él, podemos ser perdonados de nuestros pecados, volver a estar limpios y ser mejores personas día tras día.
Jesucristo fue el Primogénito
Antes de venir a la tierra, vivimos con nuestros padres celestiales. Como el Primogénito, Jesucristo ayudó a crear este hermoso mundo. Fue escogido para ser nuestro Salvador y aceptó nacer en la tierra para poder ser un ejemplo perfecto, enseñar Su evangelio y llevar a cabo la Expiación por nosotros.
Jesucristo pagó por nuestros pecados
Cuando Jesús supo que moriría pronto, fue a un jardín llamado Getsemaní para orar. Durante esa oración, comenzó a pagar el precio por nuestros pecados. Él padeció voluntariamente para que nosotros no tengamos que hacerlo, si nos arrepentimos. Si nos alejamos de nuestros pecados y seguimos al Salvador, podemos encontrar perdón y sanación. Gracias al Salvador, podemos progresar espiritualmente en esta vida y tener vida eterna con nuestro Padre Celestial.
Christ Creating the Earth [Cristo crea la tierra], por RobertT. Barrett; O My Father [Oh, mi padre], por Simon Dewey; The Burial of Christ [La sepultura de Cristo], por Carl Heinrich Bloch; Christ and Mary at the Tomb [Cristo y María en el sepulcro], por Joseph Brickey; Christ Calling Peter and Andrew [Cristo llama a Pedro y a Andrés], por James Taylor Harwood.
Después de Su oración en Getsemaní, Jesús fue traicionado, arrestado y sentenciado a muerte por crucifixión. Aunque era todopoderoso, Jesús permitió que le sobreviniera la muerte en la cruz. Sus seguidores colocaron amorosamente Su cuerpo en un sepulcro. No se dieron cuenta de que, aunque Su cuerpo estaba muerto, Su espíritu todavía estaba vivo en el mundo de los espíritus. Tres días después, Jesús volvió a la vida y los visitó, demostrando que podía conquistar la muerte. Esto completó la Expiación. Debido a que Jesús resucitó, cada uno de nosotros vivirá de nuevo después de morir.
El significado de la Navidad y de la Pascua de Resurrección
La mayoría de las personas en el mundo celebra dos días festivos que nos ayudan a recordar la expiación de Jesucristo. Durante la Navidad, recordamos con gratitud que Jesús estuvo dispuesto a aceptar la misión de venir a la tierra, aunque eso incluyera sufrir y morir por nosotros. La Pascua de Resurrección celebra la victoria del Salvador sobre el pecado y la muerte, lo que nos da la esperanza de un futuro eterno de gozo.
Jesús sufrió dolores, enfermedades y tentaciones de todas clases.
Debido a que Él nos conoce perfectamente, nos puede “socorrer” o ayudar (véase Alma 7:11–12).
El Salvador comprende nuestros dolores y quebrantos (véase Isaías 53:2–5).
Dios envió a Jesús para salvarnos porque Dios nos ama a cada uno de nosotros (véase Juan 3:16–17).
Jesús oró para que Sus seguidores, incluidos nosotros, estuvieran protegidos del mal y fueran uno con Él y el Padre Celestial (véase Juan 17).
El cristianismo acepta la salvación como la liberación de la esclavitud del pecado y de la condenación, resultando en la vida eterna con Dios dentro de su Reino. El sacrificio de Cristo hace que se le denomine Salvador.
El Salvador expió nuestros pecados por medio de Su sufrimiento en Getsemaní y al dar Su vida en la cruz. Es imposible para nosotros comprender plenamente cómo Él sufrió por todos nuestros pecados.
Ser salvado no es bajar de la cruz o liberarnos del sufrimiento, sino liberarnos de encerrarnos en nosotros mismos y del egoísmo, saber amar, saber perdonar, saber sufrir y saber morir, desde la perspectiva de la esperanza, de la confianza en Dios.
17 Porque si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por medio de uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la agracia y del don de la justicia.
Él sufrió voluntariamente para que nosotros no tengamos que sufrir, si nos arrepentimos . Al alejarnos de nuestros pecados y seguir al Salvador, podemos encontrar perdón y sanación. Gracias al Salvador, podemos progresar espiritualmente en esta vida y tener vida eterna con nuestro Padre Celestial.
Cuando Jesús supo que moriría pronto, fue a un jardín llamado Getsemaní para orar. Durante esa oración, comenzó a pagar el precio por nuestros pecados. Él padeció voluntariamente para que nosotros no tengamos que hacerlo, si nos arrepentimos.
¿Desea arrepentirse de sus pecados y vivir con rectitud para Dios? Entonces “ cree en el Señor Jesucristo y serás salvo ”. Arrojaos sobre Él. Confía en Su muerte por tus pecados y Su resurrección que tiene el poder de eliminar tus pecados y reemplazarlos con la perfecta justicia de Cristo.
Cuando un pecador cree personalmente en el evangelio, llega a ser justificado como una persona completamente justa ante Dios (Romanos 3:24, 5:1-9). Dios le da al creyente la justicia de Cristo y le quita el castigo y la condenación del pecado ( 2 Corintios 5:21 ). Esta es la “MÁS GRANDE NOTICIA” que Dios jamás haya compartido con el mundo.
Efesios 2:4-9 – Dios, siendo rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados, nos dio vida juntamente con Cristo –por gracia habéis sido salvados- y resucitado. nos levantó con él y nos hizo sentar con él en los lugares celestiales en Cristo Jesús, para que en los siglos venideros...
Sí, Jesús dice que somos salvos sólo por la fe . Aquí hay dos ejemplos de Jesús proclamando que la salvación es por la fe, solo en Él. “Entonces Él le dijo: 'Tus pecados te son perdonados'. Y los que estaban sentados a la mesa con él comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?
Su mismo nombre, "Jesús", expresa esta misión. En realidad significa: "Dios salva" . Es un nombre que le fue dado como resultado de una instrucción celestial: tanto María como José (Lc 1,31; Mt 1,21) reciben la orden de llamarlo con este nombre.
En el contexto de Romanos 10:9–10, las palabras “salvo” y “salvación” significan una relación de convenio con Jesucristo. Mediante esta relación de convenio, se garantiza a los seguidores de Cristo la salvación de las consecuencias eternas del pecado si son obedientes.
19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros, 20 quisiera estar ahora con vosotros y cambiar el tono de mi voz, porque estoy perplejo en cuanto a vosotros. 21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley, ¿no habéis oído la ley?
También le pido a Dios que Jesucristo viva en sus corazones, gracias a la confianza que tienen en él, y que ustedes se mantengan firmes en su amor por Dios y por los demás. Así ustedes podrán comprender, junto con todos los que formamos el pueblo de Dios, el amor de Cristo en toda su plenitud.
Jesucristo murió por mis pecados . Somos salvos por la sangre de la Cruz. Por los méritos de su pasión, muerte y resurrección, nos ha sido ganada la salvación. Con su muerte en la cruz, Jesús pagó la deuda contraída por mis pecados.
En pocas palabras, Jesucristo nos salva del pecado y de la muerte. Por ese motivo es, literalmente, nuestro Salvador y Redentor. En el futuro, Jesucristo volverá a reinar en la tierra en paz durante mil años. Jesucristo es el Hijo de Dios y Él será nuestro Señor para siempre.
9 Si declaras con tu boca: “Jesús es el Señor”, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree y se justifica, y con la boca se profesa la fe y se salva.
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