Cuándo decimos que una moneda es rara (2024)

Onzas segovianas y el calificativo de su rareza

La revista Panorama Numismático describió la subasta de Áureo & Calicó de julio de 2017 (yo también lo hice) de la cual, uno de los mejores lotes era la onza segoviana de 1687/3 (que ilustra la entrada) y que fue catalogada por la casa de subastas como «muy rara». Esto hizo que el siempre incisivo Glenn Murray escribiera en su muro de Facebook quejándose del poco rigor a la hora de utilizar ese calificativo. Su argumento viene a ser que en 1687 se acuñaron en la ceca de Segovia 452 kilos de oro, más del cuádruple que en cualquier otro año. Por lo tanto, según Glenn Murray, esa moneda no es muy rara sino que se trata de una pieza común si se compara con otras onzas segovianas.

En efecto, las onzas segovianas de 1687 son las más comunes de esa clase (onzas segovianas). No sólo porque es el año en el que más onzas se acuñaron, sino porque el índice de supervivencia es similar al de otras onzas segovianas. No cuesta demasiado encontrarlas en subastas, pues se suele ver un par de ellas al año. Por lo tanto son monedas que, si se tiene paciencia, se pueden encontrar a un precio razonable en el mercado. Salvo circunstancias donde se busque una alta calidad, en cuyo caso habría que cazarla al precio que sea cuando aparezca. Por lo tanto, digo con esta onza lo mismo que dije con el duro de 1869: en sentido estricto no es una moneda rara, pues a base de chequera se podría comprar un ejemplar. Ni qué decir tiene que yo no recomendaría comprar el ejemplar que se subastó porque supone un desembolso importante y las hojas que presenta dificultarían su venta en el mercado internacional. De hecho, en la subasta quedó desierto.

Cuándo decimos que una moneda es rara (1)

No obstante, me parece muy razonable decir que una onza segoviana de 1687 es una moneda muy rara, al igual que cualquier otra onza segoviana. Aún considerando que se podría apuntar que la fecha 1687 es la más común dentro de la enorme rareza de esa serie.

Entonces, hay que entender que para el caso que nos atañe, esta discusión es bastante infructuosa. En primer lugar porque el el sentido del calificativo «raro» -al igual que «escaso», «extremadamente raro», «inusual» o cosas semejantes- es vago en donde se encuentre. Se trata pues de términos que utilizamos en nuestro lenguaje cotidiano sin un significado concreto. Decimos cosas como «es raro que llueva en agosto», lo cual puede significar que llueve un día en agosto cada 50 años o que de los 31 días de agosto lo normal es que sólo llueva en 2 o 3. Pues lo mismo ocurre aquí, no se puede pretender utilizar un término tan vago en un texto académico.

¡Pero es que una subasta no es un ambiente académico! … ¡Una casa de subastas busca vender monedas igual que cualquier comerciante!

Por lo tanto, hay que entender que una casa de subastas indica «raro», «muy raro» o cosas así sólo para informar -o persuadir- (como queráis) a sus clientes sobre el valor de una pieza en particular. También es una estrategia muy popular entre muchos comerciantes autónomos a la hora de hacer una venta. Serán muchos los coleccionistas que hayan oído decir que el céntimo de 1911 es una moneda «rara», o que el de 1906 SMV es «rarísimo» (por no hablar de la famosa peseta de Benlliure). Esto es algo muy común que hacen los comerciantes para facilitar la transacción y para que sus clientes queden satisfechos con su nueva adquisición. Cuando quieren ser específicos, las casas de subastas dicen cosas como «se conocen 8 ejemplares», algo que a los comerciantes autónomos rara vez se les escucha.

No hay que darle más vueltas.

Escalas de rareza

En cuanto a los catálogos numismáticos, algunos de los generalistas (dos ejemplos y otro más) incluyen precios pero cuando la rareza de la moneda es rara, simplemente indican su rareza con alguna notación (e.g. «R», «RR» y «RRR»). La falta de rigor en esos catálogos es de sobra conocida y también comprensible, por lo que no es razonable esperar que vayan a cuantificar la rareza de las monedas. Pero hay otros catálogos más específicos que sí lo hacen, proporcionando una escala de rareza cuya resolución dependerá fundamentalmente de la serie que describa. Esa escala se define en la introducción del catálogo.

Por poner dos ejemplos que lo ilustran, en el libro de Olivares sobre acuñaciones españolas a martillo sobre suelo italiano se indica la siguiente escala:

U: Hasta el momento único ejemplar conocido.
R5: 2 a 10 ejemplares conocidos.
R4: Extremadamente rara.
R3: Rarísima
R2: Muy rara.
R: Rara.
EE: Muy escasa.
E: Escasa.
C: Común.

Mientras que en el libro de Lázaro sobre redondos se indica esta:

RU: Única. Quizá pueda existir otro ejemplar aunque no está contrastado.
RX: Rarísima. Nunca más de 3 ejemplares conocidos.
R4: Muy rara. Entre 3 y 4 ejemplares conocidos.
R3: Rara. Entre 4 y 6 ejemplares conocidos.
R2: Escasa. Entre 6 y 9 ejemplares conocidos.
R1: Común. Más allá de 10 ejemplares conocidos.

Hablando de esto con Olivares, me dijo que había intentado cuantificar hasta R4, entendiendo que un R4 eran monedas de las que se conocían menos de 20 ejemplares. A las demás simplemente indicaba el grado de rareza atendiendo a su frecuencia de aparición en subastas. Es normal, no es razonable intentar cuantificar la cantidad de ejemplares de todas las monedas que se describen en su catálogo. Sin embargo, Lázaro ha hecho un catálogo de monedas que son raras o rarísimas todas ellas. De pocos redondos se conocen más de 10 ejemplares. Eso hace que lo que en el libro de Olivares es un «R4», en el de Lázaro sea una moneda «Común». Es algo que tiene lógica porque de muy pocos redondos se conocen más de 10 ejemplares, permitiendo cuantificar el número que se conoce de cada tipo y requiere de una escala con una resolución mucho mayor. Como curiosidad, vemos que uno de los pocos tipos calificados como «común» por Lázaro es el redondo de 1657 de Potosí. Sin embargo, cuando aparece en subastas viene tildado como raro. Es normal.

Finalmente, vemos también cómo en la próxima subasta de Catawiki (que cierra este domingo) aparecen muchas monedas descritas como «muy rara». Entre ellas estos 50 centavos de 1885, siendo éste un ejemplo más de lo vago que puede llegar a ser ese término.

Cuándo decimos que una moneda es rara (2)

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